Comerse un buen "pollofre"

 Debo reconocer que esto de la cocina exótica me está empezando a gustar. Hace años que se instalaron en barrios y zonas de ambiente las "pollerías", locales donde venden gofres con formas de genital. Al principio sólo había formas fálicas pero, poco a poco, con eso de la inclusión, también han recreado las partes íntimas de la mujer. Si os lo estáis preguntando son pollofres y coñofres respectivamente. 

Protagonistas de la serie Valeria (Netflix) comiendo  pollofres y coñofres

La cuestión es que este tipo de locales han causado sensación y las fotos comiendo "genitales" se han hecho populares en la red. A mí, de cierta manera, me parece un lugar de encuentro divertido entre la comunidad gay y los gordos, es más, el lugar de comunión de los gays gordos. Dicho con respeto porque la verdad es que al final tenemos muchas cosas en común y las gordas somos las mejores mariliendres del mundo. Es por todos sabido. Y es que pedir un gofre con formas y toppings picantes está mucho mejor visto que comer un gofre normal. ¿Me explico? 

A mi la circunstancia me hace gracia. Lo de comer gofres y que sean penes. Pero las redes sociales los adoran y odian a partes iguales porque muchos progenitores y conservadores consideran que los escaparates de estos locales no son púdicos para los paseantes de algunas calles ya que estos locales se han asentado en los cascos históricos de las principales ciudades de España incluyendo Valencia, Málaga, Zaragoza o Mallorca. Y los puristas de mantener los genitales guardados sostienen que deberían limitar los locales a zonas de ambiente y exhibir con menos descaro los gofres sexuales en los escaparates. 

A mí esa idea de proclamar a los cuatro vientos que te vas a zampar un gran pollofre me parece una fantasía. Igual que comerte un gofre normal siendo gordo está mal visto en este local las influencers que no comen hidratos dan rienda suelta a su imaginación y al paladar oxidado y las golosas reclamamos el topping extra. 

Creo que las pollerías están haciendo una gran labor social. Y me hace mucha gracia la controversia. Rara que es una. 

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