El 75% de los comentarios despectivos sobre el sobrepeso proceden del entorno familiar

 Hay algo que los gordos tenemos muy interiorizado y es el Fat Shaming. El hecho de recibir críticas referentes al peso de manera vejatoria. Y esto suele ser muy habitual verlo de forma pública pero hay un hecho curioso y es que la mayor parte de estas apreciaciones directas no provienen de gente absurda de esa que te cruzas por la calle o internet. Ni siquiera del entorno laboral o escolar. El principal núcleo de críticas sobre el sobrepeso provienen de la familia directa. Y eso amigos es un problema porque la gestión de los comentarios ajenos es para el gordo una segunda piel pero la insistencia de los seres queridos puede ser un autentico hecatombe familiar.

El gordo ha crecido con una resistencia más o menos fuerte a la crítica ajena. Y es que las opiniones son como los culos, cada uno tiene uno y no podemos hacer nada para evitarlo. sí que si a alguien le parece que estoy gorda… ¡Fenomenal! Yo también puedo pensar que necesita una rinoplastia pero tengo suficiente cerebro para no verbalizarlo. Pero en el tema del sobrepeso es como una carta blanca a cualquier opinologo. Es más, se convierte en una conversación más en cada reunión, como el hablar del tiempo en el ascensor con el vecino. Somos informados del más leve cambio en nuestra anatomía . Ya sea por haber perdido un kilo o por haberlo ganado. Lo malo de esto es que detrás de cada sobrepeso hay una historia y es posible que ese comentario afecte mucho. Y como donde hay confianza da asco pues entran al trapo. 

Parece ser que cuestiones como la ansiedad, el estrés, la depresión y demás no se contemplan en el ámbito familiar como motivos para darse a la comida. Puede que a la bebida sea más socialmente aceptable. Que tienes una bronca con tu jefe: COPAZO. Que tu novio te ha puesto los cuernos: COPAZO. Pero ¡Ay amigo! Si en lugar de eso decides comerte una taurina de helado a lo Bridget Jones eres simplemente débil. Pues no me parece justo. 

Voy un pasito más allá. Normalmente las críticas paternas suelen venir acompañadas de la muletilla del infierno: “te lo digo porque te quiero”. Pues si tanto me quieres en lugar de mandarme al endocrino pregúntame si estoy bien. ¡Digo! Nota a navegantes, si el gordo te pregunta sobre cómo lo ves es la única carta aceptable para tocar el tema. FIN.

La cuestión es que la gestión de las críticas internas es para muchos el mayor problema a la hora de enfrentarnos a nuestro peso. No se trata de la gordofobia de la calle que, en el fondo, nos da lo mismo, se centra en la presión social de personas a las que tenemos como referentes o con las que convivimos. Y eso duele un poquito. Hablo por mí cuando digo que simplemente, de un tiempo a esta parte me limito a escuchar los comentarios sobre cómo debo perder peso o las especulaciones sobre mi actual volumen simplemente con una sonrisa y pasando de todo peor reconozco que se me hace bola. Es duro. Decirlo en alto sienta bien. Pero he probado a intentar verbalizarlo con los seres queridos y fue un fracaso. 

Por algún motivo las reseñas que nos importan ejercen tal presión sobre nosotros que sus comentarios pesan más que los kilos. Siempre justifican tus respuestas con la falta de motivación, el poco entusiasmo con el que llevas una dieta o mirando el único día que has colgado una foto de una paella en las vacaciones. 

Son los cuñados del sobrepeso. Los padres, esos seres que te dan la vida pero que a veces te la quitan un poquito. Mami, prometo solemnemente que me esfuerzo, que como menos, hago mas ejercicio… pero la cosa es que a estas alturas sólo si cojo una sierra y corto un cacho llegaré a las expectativas realistas de alcanzar un peso saludable en un año. Así que paciencia. Paz interior y a seguir evitando la conversación de las dietas milagro que hace mi prima. 

No sé si bajaré de peso en este próximo año, lo que si voy es a rebajar mi nivel de crítica interna cada vez que me diga un familiar directo que estoy gorda. Tengo espejo, lo sé, y ya estoy en ello. Gracias por no aumentar la presión. Si por lo que sea tienes un conocido con este problema la próxima vez que le veas sólo dile que se ve feliz, o contento, o alegre… lo del peso ya lo sabe de sobra que ahora las basculas van con wifi. 

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