Cómo se hace una chica. La película que toda periodista (o proyecto de ello) adolescente y gorda debería ver.

 Digamos que he caído en esta película por accidente. Quería ver un corto y estaba mal etiquetado en Movistar estrenos y una cosa llevó a la otra y acabé tragándomela enterita y sin anestesia. Y eso que la cosa empezaba mal, con un rollo muy adolescente y un estilo nada acorde con la que suscribe que tiene ya una edad para comedias inglesas haciéndose mujeres. Y entono el mea culpa porque luego resultó ser otra cosa totalmente diferente. 

Empecemos diciendo que el libro en el que se basa es un clásico de la literatura en tierras del Brexit. Yo no lo conocía de nada. Y tiene “tintes autobiográficos” - lo pongo entre comillado porque la autora confiesa que casi todo se basa en sus experiencias. Es una novela de descubrimiento juvenil. Nuestra protagonista es una niña pizpireta y gordita que pasa por el instituto sin pena ni gloria con una familia un tanto peculiar. Su madre ha tenido a bien procrear siendo ya sus dos hijos adolescentes y su padre era músico pero vive de los subsidios y de criar perros de forma poco legal. Ella sólo encuentra alegría en escribir. Y de la felicidad de la creación a a cobrar por ello hay un paso. De esa forma acaba siendo fichada por una de las revistas musicales del momento y viajando (sin supervisión) por todo el país. Coger por primera vez un avión es una cosa pero arrojarse a las garras de la noche siendo una adolescente en pleno desarrollo… ¡Eso es mucho tema! Por eso el alcohol, las malas compañías, la mezquindad de un mundo adulto y , por supuesto, el sexo, se convierte en moneda de cambio sin que sea consciente de todo ello. Y hasta aquí me diréis que es todo convencional. Y es que en realidad la peli es super convencional pero en mi mente de gorda periodista me hubiera gustado echarle los bemoles que Johanna Morrigan. Por eso la película me ha ganado. 

Digamos que pese a ser predecible, a ratos aburrida, y bastante convencional me ha dejado ser adolescente durante su duración, y no me ha importado las trampas escénicas, los recursos lacrimógenos, la moñería del discurso y las moralinas intrínsecas de cada avance de la trama. Me los he tragado sin pestañear. En parte voy a decir que la culpa la tiene la gracia de su protagonista Beanie Feldstein, de hecho exclusivamente gracias a ella. No dudo que el libro debe ser una maravilla pero esta película coming-of-age no entera me ha cautivado. Quiero salir al mundo a criticar, enamorarme de un tío de los que salen en las portadas de las revistas, teñirme el pelo de rojo y empoderamiento hasta que todo me importe un comino. Comerme el mundo con una de esas historias que no importan a nadie pero que en cierta forma son un poco parte de ti. Porque soy gorda y escritora. Y porque si me dejaran volver a empezar a lo mejor  el personaje de Johanna sería mi inspiración, yo quiero ser como la duquesa, ponerme una chistera imposible y plantar las clases para hacer lo que quiera. 

Sí, me ha salido una crítica “con tintes autobiográficos” pero es que si no eres como yo seguramente la cinta te importará un cuerno así que arriba las pelis tontas con las que conectar. Si eres un señoro de mediana edad huye. Si eres una adolescente no pases de largo y si eres una periodista gordita. ¡Muerte a Bridget Jones!


PD. Tampoco tienen nada que ver que los caemos en forma de muro de inspiración me hayan parecido adorables… Bueno, sí, y mucho. 

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