Vuelta al punto de partida. Semana 0. De nuevo

 Mira que cuando el año pasado os contaba que este era el año de adelgazar lo decía muy convencida. A tope. Después de un año de encierros y coronavirus, de movilidad cero, de alimentación mala a sabiendas y de vida sedentaria de sofá y Netflix (aderezado con alguna chuche) y  me veía con fuerzas para empezar el curso escolar con buen pie y decir adiós a los kilos. ¡Cuanto me equivocaba! Mi sincera admiración a Rebel Wilson que sí lo consiguió, RESPECT!

No es cierto decir que estoy igual que al principio. De hecho es bastante erróneo. En realidad ha sido un año yoyó. Encierros pandémicos, Filomena mediante y ansiedad, mucha ansiedad, han provocado una fluctuación de más de 10 kilos de ganancia. FATAL. No hace falta que me digáis lo mal que está. ¿Y qué hacemos? Pues perderlos de nuevo. Así que ahora, en septiembre, estoy exactamente en el mismo punto que cuando empezamos. No voy a decir que no me siento un fraude. Y tampoco voy a negar que cada vez que me pesaba me entraba un sentimiento de culpa brutal pero… toca levantarnos, comer mejor, comer menos, hacer ejercicio, moderarme, y sobre todo trabajar en la autoestima, que es, a todas luces lo más complicado. 

No quiero ser una persona obsesionada con su peso. Y no quiero que sea algo que me defina pero este año me ha preocupado más que nunca. Y por eso esos 10 kilos que llegaron en invierno, en el verano se han ido. Dicen que en verano, contra lo que la gente opina, se pierde mejor el peso. El calor hace que la capa de grasa protectora sobre y de ese modo el cuerpo tiende a desprenderse de ella con más facilidad. La cosa es que la teoría parece que tiene sentido. Hay que avisar a los de la operación bikini para que la muevan de meses y así no sufra nadie. 

Pues bien, si prometí compartir mis alegrías también me veo en la obligación de hacerlo con mis penas. Bueno, decir penas es un poco exagerado pero ya nos entendemos. Y la honestidad en la red es algo digno de tener en cuenta así que amigues, volvemos al punto de partida. 

Lo bueno es que este año he aprendido muchas cosas sobre mí. Sobre todo de mis límites, mis necesidades y mis vicios. Y puede que sean útiles para aplicarlos a la vida cotidiana de “desengorde”. ¿Me acompañáis de nuevo? 

PD. Sigo debiendo visita al endocrino buenorro. Soy lo peor. 

Publicar un comentario

0 Comentarios